lunes, 4 de enero de 2010

¿Cómo leer la mente de un muerto?

Frente al espejo acomoda su sombrero desenpolvado, los ojos penetrantes parecen lanzar esquirlas de odio, se ve a si mismo y la expresión de repugnancia aparece mientras da la vuelta hacia la salida de la pestilente habitación.

La mañana es fría... Esquivando a los transeuntes camina presuroso y mal encarado el hombre del que les hablo, 33 días contínuos, el recorrido es el mismo y pareciera que el día se repite una y otra vez, el mismo viejo saco azul desteñido, zapatos sucios, el reloj con 10 campanadas anuncia la hora del té justo cuando el hombre atraviesa la calle y entra al mismo lugar sin que nadie lo vea salir durante el día.

He tratado de ver el interior de la casa a través de una ventana que siempre permanece abierta pero la vista es nula, solo veo el saco puesto en una silla y en la mesa el sombrero, imposible confundir al propietario de tan andrajosas prendas.

Es imposible permanecer todo el día prendida de la ventana, mi madre me ha encomendado la tarea de cuidar de la abuela y me queda poco tiempo para dedicar a mi investigación sobre aquel hombre.

Con este son 3 días que el hombre no pasa por la calle a la hora acostumbrada, el saco y el sombrero siguen en su sitio, puedo verlo desde mi ventana ¡es extraño!
Si tan solo tuviera el valor de ir y observar desde la calle, es posible que algo le suceda, quizás esta enfermo, ¡diablos! a mi no debe debe importarme la suerte de un desconocido...

Me armé de valor y al apoyarme en la puerta para husmear un poco me di cuenta de que estaba abierta, ¿Qué debo hacer?...

Ahi esta el misterioso hombre, de espaldas en la habitación, continuar sería un delito, es mejor que retroceda sin que se de cuenta...

Los pies torpes de una persona que es presa de los nervios van a delatarme, a punto de volver, avanzo de puntillas, ¡oh no! me descubrió...

Los mismos ojos que el hombre ve en el espejo ahora estan posados sobre mi y se acercan, el misterio del hombre esta resuelto pero no podre contarlo, ya no hay tiempo, él se acerca...

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